PERSONERIA JURIDICA EN TRAMITE: 7965053

Av. Juan de Garay 3686 - Boedo - C.A.B.A.

 

 
 

Estres pos traumatico



 



ONG PUERTO NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Por VGM PTO. LIC. Rodolfo Héctor Cerminara. SECRETARIO


Siempre considere como expresar la siguiente formula de tasa anual sobre los combatiente del conflicto del atlántico sur, TASA ANUAL DE SUICIDIOS VETERANOS DEL CONFLICTO BELICO DE LAS ISLAS MALVINAS, 45.7 ANUAL SOBRE 21.000 COMBATIENTES.
Pero la respuesta me la dio generosamente un camarada combatiente ingles, sobreviviente a 34 conflictos, actualmente psiquiatra reconocido mundialmente en temas de estrés postraumáticos de conflictos bélicos, el Dr. David Jackson, La respuestas al estrés postraumático no se hacen en presente, se realizan al pasado y al futuro tecnológico.
El estrés no es solo patrimonio de los seres humanos. Así como las personas pueden sufrirlo por mudanzas, un examen, guerra o desempleo, los animales en la naturaleza también están expuestos a situaciones estresantes.
Algunas de estas situaciones, como por ejemplo el ataque de un predador, aparecen de manera abrupta y requieren una respuesta rápida, de corta duración y energéticamente muy demandante, como lo es la respuesta de huida o lucha.
A su vez existen para ambos demandas ambientales mucho más graduales -cambios en temperatura ambiental, en humedad, estrés oxidativo, ausencia de nutrientes- que requieren estrategias adaptativas más progresivas y persistentes, en las cuales el sistema nervioso central coordina la activación de respuestas protectoras en células específicas del organismo para lograr adaptarse al estrés y sobrevivir.
En varios animales, incluidos mamíferos, se ha reportado que la perpetuación de la respuesta de escape disminuye la capacidad de responder a estresantes ambientales, aumenta le prevalencia de enfermedades asociadas a la edad y disminuye duración de la vida.
A todo esto, ¿Qué tiene que ver este tema con lo siguiente? Ya veran y se asombraran.
Un grupo de científicos liderados por los doctores en bioquímica del CONICET Diego Rayes y María José De Rosa, caracterizaron por primera vez lo que sucede a nivel molecular durante la persistencia al estrés en un modelo de gusanos, Caenorhabditis elegans. El trabajo, que se publicó en la revista Nature, deja planteada la intriga sobre la posibilidad de que estos mecanismos moleculares estén, al menos parcialmente, implicados en otros animales, incluidos en humanos.
Desarrollado su laboratorio alrededor de cómo el sistema nervioso gobierna procesos autonómicos en células que no pertenecen al sistema nervioso.
Los animales se adaptan al estrés dependiendo de la naturaleza y la duración del estresante: los estresantes agudos desencadenan la respuesta de escape o lucha, una respuesta sistémica rápida que le permite al animal realizar un esfuerzo físico máximo; los estresantes ambientales, que suelen aparecer más gradualmente, en general activan mecanismos neurohumorales que permiten coordinar la percepción del estresante con los mecanismos de comunicación intercelular, o sea, decir qué células deben responder y cuáles no. “Eso permite que la respuesta sea gradual y que no reaccionen células que no es necesario que reaccionen –subraya Rayes-, para que no tengan tanto costo o gasto energético”.
Pero, cuando la respuesta de escape se perpetúa, el animal deja de tener posibilidad de responder a nivel celular a otras situaciones estresantes habituales –como los cambios de temperatura, la falta de oxígeno, o el déficit nutricional-, y contrae enfermedades relacionadas con la edad muy temprano, o sufre un deterioro general de la salud.
“Así como nosotros liberamos adrenalina, en su respuesta de huida o lucha el sistema nervioso de estos gusanos libera tiramina. Y si bien esa tiramina en el gusano es importante para que el animal pueda escapar de un predador, cuando esa liberación se perpetúa impide que las células que tendrían que responder al estrés ambiental respondan. Por esa razón se produce ese efecto que se ve en todos los animales, perjudicial para la salud, y que viven menos.
“Lo que determinamos también es que el sistema nervioso libera tiramina, pero esa tiramina actúa en el intestino del gusano, para producir la liberación de péptidos similares a la insulina y estos a su vez impiden que se activen mecanismos citoprotectores necesarios para lidiar con estres térmico u oxidativo, u otros desafíos ambientales, agrega Rayes.
El trabajo caracteriza molecularmente la relación entre las moléculas liberadas en la respuesta de escape prolongada -tiramina en invertebrados, adrenalina en vertebrados- y la capacidad de respuesta a estresantes y el tiempo de vida del animal, y toma relevancia sobre todo en un contexto en el que, en los últimos años proliferaron los diagnósticos de ataques de pánico o estrés postraumático en seres humanos.
“Veinticinco o treinta años atrás estas enfermedades en los seres humanos estaban subdiagnosticadas.
Alrededor de 2010 empezaron a existir estudios epidemiológicos en los que se observó que en individuos que habían sido diagnosticados con síndrome de estrés postraumático o ataques de pánico, existen mucha más frecuencia de patologías asociadas a la edad, como diabetes, hipertensión, enfermedades neurodegenerativas”, explica el científico.
En esos casos, los niveles de adrenalina están extremadamente altos, aun cuando no hay peligro real, y se sabe que esos individuos desarrollan enfermedades relacionadas con la edad mucho más temprano. Entonces, sería interesante estudiar si ese efecto perjudicial para la salud tiene que ver con la afectación de esos mismos mecanismos que descubrimos nosotros en C. elegans.
Nosotros en el laboratorio hacemos ciencia básica y nos interesa como funciona los procesos en nuestro organismo modelo. Pero dejamos planteada la intriga a ver si procesos similares a los que nosotros describimos pueden llegar a estar pasando en mamíferos”, concluye Rayes.
Por otra parte en Argentina se denunciaron 8.055 enfermedades profesionales durante el año 2004, lo que representa sólo 1,6% del total de casos notificados, que asciende a 494.847 accidentes de trabajo y enfermedades profesionales sobre una población cubierta por el Sistema de Riesgos del Trabajo de 5,3 millones de trabajadores. Estos datos fueron aportados a la Superintendencia de Riesgos del Trabajo por las distintas Aseguradoras (ART) y empleadores autosasegurados.
Pero en contraste con lo que ocurre en países más desarrollados: estos resultados ponen al descubierto que las enfermedades profesionales en la Argentina no se diagnostican ni se tratan como tales, están ausentes o son ignoradas.

Como es costumbre las estadísticas del ministerio de salud, esta retrasadas en el tiempo impidiendo de esta manera realizar prevención primaria de la salud en los habitantes.
Según el último publicado año 2017, la mortalidad por cáncer registrada en Argentina fue de 118, 87 defunciones por cada 100.000 varones y mujeres, respectivamente (tasas estandarizadas por población mundial estándar).
Con algo más de 62.000 fallecimientos registrados con códigos C00-99, de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10° Revisión) y sumados a las defunciones por tumores de comportamiento incierto o benigno (D00-48), representaron el 19% del total de las defunciones, precedidas por las enfermedades cardiovasculares (29%) y seguidas por las respiratorias (19%). Esta enfermedad, junto a las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, integra el grupo de las ENT (enfermedades no transmisibles) más relevantes; las cuales concentraron el 50% de todas las defunciones registradas en 2017 (Tabla I).
La importancia relativa de estas defunciones en cada región geográfica es variable. En la región Sur, concentraron el 24% de las defunciones – ubicándose en el primer lugar de importancia en relación al total. En Cuyo (20%) y NEA (19%), se registra en segundo lugar; y en las regiones Centro y NOA, en tercer lugar de importancia con 19% y 16% del total de las defunciones registradas en las mismas (Tabla 1).









Es lamentable que las cifras gubernamentales al día de la fecha sea que la Argentina envío a más de 23 mil personas a la guerra. 649 murieron durante el conflicto armado. No hay cifras oficiales sobre la cantidad de suicidios entre los veteranos.
No cesan los suicidios de combatientes de Malvinas, la falta de atención del Estado con personal idóneo o profesional, que fueron combatientes y que ahora podrían contener a sus camaradas y auspiciados por el estado. Oliver Galak 
El dato, más simbólico que estadístico, estremece: la cantidad de suicidios de ex combatientes argentinos de la Guerra de las Malvinas ya es superior al número de los que cayeron durante el combate en las islas.
En la guerra murieron 649 argentinos: 323 durante el hundimiento del crucero General Belgrano y 326 en el archipiélago. ¿Cuántos ex combatientes se suicidaron? El Estado no tiene cifras oficiales, pero entre los veteranos la mayoría habla de más de 454 casos que se quitaron la vida, una tragedia que no cesa.
El problema fue lo que vino después: una sociedad que miró para otro lado, que no recordó a los que murieron ni contuvo a los que volvieron.
En el inicio de la posguerra, el drama de los suicidios se cobró unas 30 víctimas por año. No sólo no había contención estatal, tampoco estaban creadas todavía las organizaciones de ex combatientes que hoy -aunque a veces enfrentadas entre ellas- los agrupan.
Se debe tener en cuenta que muchas muertes se catalogan como accidentes y que pudieron estar motivadas en un impulso de autodestrucción".
Según datos obtenidos en sanatorios y clínicas privadas y terapeutas sobre el tema, cerca del 80% combatientes sufre trastornos relacionados con el sueño. El 28 % de los encuestados reconoció tener ideas recurrentes respecto del suicidio, mientras que un 10 % dijo haber tenido uno o más intentos de quitarse la vida después de la guerra.
El jefe del servicio de Estrés Postraumático del hospital Alvear y coordinador del Equipo de Factores Humanos del SAME, Daniel Mosca atendió varios casos de combatientes. Entre los posibles trastornos que puede generar un conflicto bélico, enumera Mosca, figuran la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático, las alergias y las enfermedades autoinmunes. "Tanto los trastornos depresivos como los postraumáticos tienen una alta tasa de suicidios".
"Las consecuencias psíquicas del trauma, lejos de disminuir, con el tiempo aumentan", dice Mosca, y ejemplifica con una estadística de su servicio:
Entre los sobrevivientes de Cromagnon, que fueron atendidos a los dos días del "evento traumático", la tasa de medicación es del 20 %.
Entre los veteranos de Malvinas, casi olvidados en los primeros años tras la guerra, es de casi el 80 %.
Según estadísticas del Ministerio de Salud del año 2004, la tasa anual de suicidios en la Argentina es de 8,2 casos cada 100.000 habitantes.
Si se considera que hay unos 21.000 sobrevivientes del conflicto bélico por la soberanía de las islas Malvinas y se toma como cierta la cantidad de 459 casos que manejan los propios veteranos, la tasa anual de suicidios en este segmento sería de 45.7 en 21.000 combatientes; demás estaría agregar comentario alguno para el lector. Oliver Galak, 23/02/2015.

 

 


Autor: Rodolfo Cerminara
Visitas: 575
   
   
 

Noticias Destacadas

Javier Milei: “Estoy pensando en recuperar Malvinas, pero es un proceso largo”

NOTICIAS HOSPITAL GARRAHAN

LACTANCIA MATERNA

 

 

 

whatsapp

Diseño Web y Hosting WDLHOSTING Todos los derechos Reservados

ecoestadistica.com